Si el necesario olvido,
como el contagio de una llama,
tanto más cruento cuanto más tangible,
anuda sus tercos tentáculos
sobre la orilla inmensa de tu alma,
no le dejes huír, acógelo
entre los muros que te cercan,
búscale un sitio dentro de tu sueño,
jamás le opongas alianza alguna
ni esquives su agresión con tu memoria.